¿Gringañol o españingo?
De cómo el Niño Felipe
se convirtió en Gelipe I
Roberto Fuentes Vivar
Vicentito estaba sentado en la banqueta, con sus pantalones cortos, sus botas vaqueras y una corbata de charro luciendo como moño en su cuello. Tenía los ojos rojos y la cabeza baja cuando llegó el niño Felipe.
-¿Qué te pasa chentito? Estás todo achicopalado parece como si te hubiera mordido una tepocata o de perdida una víbora negra.
-Nada, Felipe. Aquí no más matando el tiempo-, le respondió tratando de que no se notara que momentos antes había llorado.
-Como que nada, si tienes los ojos rojos. Como si te hubieras fumado uno de esos cigarros que vende Raulito el hermano mayor de Carlos- le dijo Felipito, mientras se acomodaba sus lentes de fondo de botella.
-De veras... Na.. Na... Nada.
-Se me hace que lloraste-, le increpó Felipito.
-Nombre, los hombres no lloran- le dijo tajante Vicentito.
-Pero tú no eres hombre....
-¿Cómo? –salto Vicente- Me sabes algo... A poco crees que porque voy a ser político ya soy de los que creen que el mejor camino para la política es el recto. Nombre... Yo soy muy macho, aunque...
-No malentiendas, Vicentito, digo que tu no eres hombre, que eres niño.
-Ah eso sí, ni hablar.
-Por eso como niño, sí puedes llorar. Pero cuéntame que te pasa.
Vicentito se quedó pensando un rato, sacó de su bota vaquera un kleenex y se limpió la nariz que le había quedado aguada después de llorar y dijo:
-Pues Fíjate, Felipito, pero siéntante aquí junto a mí. Fíjate que los niños de la otra cuadra, los morenitos, los que juegan en la calle, con corcholatas porque no tienen balón de futbol, me dijeron yo era un gringañol y se burlaron de mí.
-Primero que nada no me alburees, como que Felipito siéntate aquí.
-Yo nada más decía..
-El caso, Vicentito es que no debes sentirte mal por eso de gringañol. A todo eso ¿Qué quiere decir gringañol?
-No seas menso, Felipillo, pues que soy hijo de española y gringo. Aunque la verdad debería ser españingo, quizá así no se oiría tan feo.
-Españingo, desde aquí te chin..
-No te la jales.Felipito - se rió unos monmentos
-Mira Vicentito, deberías estar orgulloso de eso. Imagínate nada más, tener sangre española y gringa. Eso sí que es un orgullo. Yo que tú hasta les agradecía a los peluditos que me trataran así- le dijo el Niño felipe
-¿A poco?- le respondió Vicentito parándose y prestándole atención al Niño Felipe.
-Claro. Si yo fuera tú, estaría orgulloso- le dijo el Niño Felipe, mientras que su voz se comenzó a quebrar casi llegando al llanto.
-Sí ¿verdad?--, dijo Vicentito y Felipillo agregó:
-Imagínate Vicentito yo no tengo sangre extranjera para enorgullecerme. Ni siquiera le puedo hacer como Dieguito o Carlitos que ya tienen un De en sus apellidos. Eso sí es triste- dijo el Niño Felipe mientras se quitaba los anteojos que se habían opacado por el llanto.
-No seas tan dramático, puedes agregarle un De y un Y a tus apellidos, así serás Felipe De Calderón y de la Inojosa. Hasta si quieres puedes hacer más de abolengo tu apellido como Felipe de Calderón y de la Finojosa.
-De plano se vería muy mal- dijo el Niño Felipe, resignado a que su apellido no fuera de alcurnia y agregó:- Además, ni siquiera hay calderones famosos.
-Cómo no –le respondió Vicentito- el portero de Guadalajara, ese que estudia para dentista. Es bien famoso. También hay un locutor que se llama Calderón y es famoso.
-No, pero alguien con alcurnia, con abolengo, de plano no hay-, dijo triste Felipito, casi sollozando.
-Calderón de la Parca- dijo Vicentito mientras tronaba los dedos.
-De la Barca- le corrigió el niño Felipe.
-Ese, Calderón de la Varca-
-Ya ni la amuelas, Chente, hasta hablando cometes faltas de ortografía. Ni pareces tener sangre española.
-No importa, el chiste es que tú puedes decir que eres descendiente de Calderón de la Varca, ese que escribió lo de que la vida es un sueño y los sueños, sueños son.
-Entonces sería Calderón de los Sueños. Fíjate, no suena mal- dijo el Niño Felipe, ya olvidando sus sollozos y dejando a un lado el posible llanto.
-Pues la neta que Felipe Calderón de los Sueños, no te queda, porque todos tus sueños ya se hicieron realidad, cuando la niña Elbita te ayudó a ganar las elecciones para presidente de Primero B.
-Pues entonces ¿Cómo puedo hacerle para tener un nombre de alcurnia?- pregunto el Niño Felipe.
Tras pensarlo un rato, Vicentito movió sus grandes manos y le dijo a Felipito:
-¡Ya lo tengo!-
-Yo también- dijo el niño Felipe.
-¿A qué te refieres, Felipillo?
-Pues al dinero que nos volamos de la colecta que hicimos para la Cruz Roja y que nos repartimos entre...
-Cállate, no sea pasguato, que eso no se dice. Digo que ya lo tengo, que ya se cómo puedes cambiarte el nombre para tener alcurnia.
-Ahhh, eso. ¿ Y cómo le hago?.
-Pues muy sencillo –dijo Vicentito, mientras se sobaba las manos como si se las estuviera lavando-. Solo tenemos que hablar con Norbertito, el acólito y con Elbita y con Dieguito y con Luis, el mago, el que saca votos de su sombrero de copa.
-¿Y que con ellos?.
-Pues mira. Ahí te va el plan. Norbertito te va a nombrar Felipe I de México. Dieguito va a buscarte unas actas de nacimiento en donde diga que eres descendiente de Felipe II, Luisito, el mago, va a sacarse de la manga la certificación de esos documentos y Elbita se va encargar de que todos los maestros de la escuela digan que tú tienes sangre de la realeza y que te llamas Felipe I.
-Chido. Va- dijo Felipillo, sonriendo por primera vez en el día...
Tras un silencio, le preguntó-: por cierto, Vicentito, Felipe se escribe con J o con G.
Así fue cono el Niño Felipe se convirtió en Gelipe I y los niños de la otra cuadra olvidaron al gringañol para comenzar a burlarse del Niño Felipe.
De cómo el Niño Felipe
se convirtió en Gelipe I
Roberto Fuentes Vivar
Vicentito estaba sentado en la banqueta, con sus pantalones cortos, sus botas vaqueras y una corbata de charro luciendo como moño en su cuello. Tenía los ojos rojos y la cabeza baja cuando llegó el niño Felipe.
-¿Qué te pasa chentito? Estás todo achicopalado parece como si te hubiera mordido una tepocata o de perdida una víbora negra.
-Nada, Felipe. Aquí no más matando el tiempo-, le respondió tratando de que no se notara que momentos antes había llorado.
-Como que nada, si tienes los ojos rojos. Como si te hubieras fumado uno de esos cigarros que vende Raulito el hermano mayor de Carlos- le dijo Felipito, mientras se acomodaba sus lentes de fondo de botella.
-De veras... Na.. Na... Nada.
-Se me hace que lloraste-, le increpó Felipito.
-Nombre, los hombres no lloran- le dijo tajante Vicentito.
-Pero tú no eres hombre....
-¿Cómo? –salto Vicente- Me sabes algo... A poco crees que porque voy a ser político ya soy de los que creen que el mejor camino para la política es el recto. Nombre... Yo soy muy macho, aunque...
-No malentiendas, Vicentito, digo que tu no eres hombre, que eres niño.
-Ah eso sí, ni hablar.
-Por eso como niño, sí puedes llorar. Pero cuéntame que te pasa.
Vicentito se quedó pensando un rato, sacó de su bota vaquera un kleenex y se limpió la nariz que le había quedado aguada después de llorar y dijo:
-Pues Fíjate, Felipito, pero siéntante aquí junto a mí. Fíjate que los niños de la otra cuadra, los morenitos, los que juegan en la calle, con corcholatas porque no tienen balón de futbol, me dijeron yo era un gringañol y se burlaron de mí.
-Primero que nada no me alburees, como que Felipito siéntate aquí.
-Yo nada más decía..
-El caso, Vicentito es que no debes sentirte mal por eso de gringañol. A todo eso ¿Qué quiere decir gringañol?
-No seas menso, Felipillo, pues que soy hijo de española y gringo. Aunque la verdad debería ser españingo, quizá así no se oiría tan feo.
-Españingo, desde aquí te chin..
-No te la jales.Felipito - se rió unos monmentos
-Mira Vicentito, deberías estar orgulloso de eso. Imagínate nada más, tener sangre española y gringa. Eso sí que es un orgullo. Yo que tú hasta les agradecía a los peluditos que me trataran así- le dijo el Niño felipe
-¿A poco?- le respondió Vicentito parándose y prestándole atención al Niño Felipe.
-Claro. Si yo fuera tú, estaría orgulloso- le dijo el Niño Felipe, mientras que su voz se comenzó a quebrar casi llegando al llanto.
-Sí ¿verdad?--, dijo Vicentito y Felipillo agregó:
-Imagínate Vicentito yo no tengo sangre extranjera para enorgullecerme. Ni siquiera le puedo hacer como Dieguito o Carlitos que ya tienen un De en sus apellidos. Eso sí es triste- dijo el Niño Felipe mientras se quitaba los anteojos que se habían opacado por el llanto.
-No seas tan dramático, puedes agregarle un De y un Y a tus apellidos, así serás Felipe De Calderón y de la Inojosa. Hasta si quieres puedes hacer más de abolengo tu apellido como Felipe de Calderón y de la Finojosa.
-De plano se vería muy mal- dijo el Niño Felipe, resignado a que su apellido no fuera de alcurnia y agregó:- Además, ni siquiera hay calderones famosos.
-Cómo no –le respondió Vicentito- el portero de Guadalajara, ese que estudia para dentista. Es bien famoso. También hay un locutor que se llama Calderón y es famoso.
-No, pero alguien con alcurnia, con abolengo, de plano no hay-, dijo triste Felipito, casi sollozando.
-Calderón de la Parca- dijo Vicentito mientras tronaba los dedos.
-De la Barca- le corrigió el niño Felipe.
-Ese, Calderón de la Varca-
-Ya ni la amuelas, Chente, hasta hablando cometes faltas de ortografía. Ni pareces tener sangre española.
-No importa, el chiste es que tú puedes decir que eres descendiente de Calderón de la Varca, ese que escribió lo de que la vida es un sueño y los sueños, sueños son.
-Entonces sería Calderón de los Sueños. Fíjate, no suena mal- dijo el Niño Felipe, ya olvidando sus sollozos y dejando a un lado el posible llanto.
-Pues la neta que Felipe Calderón de los Sueños, no te queda, porque todos tus sueños ya se hicieron realidad, cuando la niña Elbita te ayudó a ganar las elecciones para presidente de Primero B.
-Pues entonces ¿Cómo puedo hacerle para tener un nombre de alcurnia?- pregunto el Niño Felipe.
Tras pensarlo un rato, Vicentito movió sus grandes manos y le dijo a Felipito:
-¡Ya lo tengo!-
-Yo también- dijo el niño Felipe.
-¿A qué te refieres, Felipillo?
-Pues al dinero que nos volamos de la colecta que hicimos para la Cruz Roja y que nos repartimos entre...
-Cállate, no sea pasguato, que eso no se dice. Digo que ya lo tengo, que ya se cómo puedes cambiarte el nombre para tener alcurnia.
-Ahhh, eso. ¿ Y cómo le hago?.
-Pues muy sencillo –dijo Vicentito, mientras se sobaba las manos como si se las estuviera lavando-. Solo tenemos que hablar con Norbertito, el acólito y con Elbita y con Dieguito y con Luis, el mago, el que saca votos de su sombrero de copa.
-¿Y que con ellos?.
-Pues mira. Ahí te va el plan. Norbertito te va a nombrar Felipe I de México. Dieguito va a buscarte unas actas de nacimiento en donde diga que eres descendiente de Felipe II, Luisito, el mago, va a sacarse de la manga la certificación de esos documentos y Elbita se va encargar de que todos los maestros de la escuela digan que tú tienes sangre de la realeza y que te llamas Felipe I.
-Chido. Va- dijo Felipillo, sonriendo por primera vez en el día...
Tras un silencio, le preguntó-: por cierto, Vicentito, Felipe se escribe con J o con G.
Así fue cono el Niño Felipe se convirtió en Gelipe I y los niños de la otra cuadra olvidaron al gringañol para comenzar a burlarse del Niño Felipe.
1 Comments:
Es muy bueno espero que sigan asiendo más cuentos
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